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8,50 €Quinta entrega de esta apasionante saga, Brazofuerte narra las extraordinarias peripecias del canario Cienfuegos cuando una terrible palabra resuena en sus oÃdos: "Inquisición".
Alberto Vázquez-Figueroa (1936). Nació en Santa Cruz de Tenerife. Antes de cumplir un año, su familia fue deportada por motivos polÃticos a Africa, donde permaneció entre Marruecos y el Sáhara hasta cumplir los dieciséis. A los veinte años se convirtió en profesor de submarinismo a bordo del buque-escuela Cruz del Sur. Cursó estudios de periodismo, y en 1962 comenzó a trabajar como enviado especial de Destino, La Vanguardia y posteriormente de Televisión Española. Durante quince años visitó casi un centenar de paÃses y fue testigo de numerosos acontecimientos clave de nuestro tiempo, entre ellos las guerras y revoluciones de Guinea, Chad, Congo, República Dominicana, Bolivia, Guatemala# Las secuelas de un grave accidente de inmersión le obligaron a abandonar sus actividades como enviado especial. Tras dedicarse una temporada a la dirección cinematográfica, se centró por entero en la creación literaria. Ha publicado más de cuarenta libros, entre los que cabe mencionar: Tuareg, Ebano, Manaos, Océano, Yáiza, Maradentro, Viracocha, La iguana, Nuevos dioses, Bora Bora, la serie Cienfuegos, la obra de teatro La taberna de los Cuatro Vientos, La ordalÃa del veneno, El agua prometida y Alà en el paÃs de las maravillas. Nueve de sus novelas han sido adaptadas al cine. Alberto Vázquez-Figueroa es uno de los autores españoles contemporáneos más leÃdos en el mundo.
Quinta entrega de esta apasionante saga, Brazofuerte narra las extraordinarias peripecias del canario Cienfuegos cuando una terrible palabra resuena en sus oÃdos: "Inquisición". En efecto, Ingrid, la mujer a quien ama y que lleva en su vientre un hijo suyo, ha sido detenida bajo la acusación de brujerÃa, concretamente de haber hecho pactos con el demonio para que el lago Maracaibo ardiera. Sin embargo, quien ha prendido fuego a las aguas del majestuoso lago es el propio Cienfuegos, y no precisamente por ningún pacto con el Maligno sino por efecto del "mene", el agua negra que arde sin motivo...